HE PERDIDO LA VIDA
A
ese mendigo al que a nadie importa
He perdido la vida por andar entre las oscuras calles de la
ciudad. No sé ni donde ni como he perdido lo que tanto quería.
De pronto me encontré mi cuerpo horrorizado por el dolor. Nadie
me dio explicaciones de mi desventurado aspecto ni de mi defunción.
Me recogieron en la pasada madrugada sin nada encima de valor.
Nadie me ayudó en mi agonía; me hirieron, me pisotearon; hasta que un buen
anciano que caminaba sólo y que estaba solo como yo, marcó tres cifras en un
teléfono y comunicó lo que pasaba y lo que vio.
Vinieron con mucha prisa un médico y dos enfermeras, pero, ya
era tarde, ya había perdido lo que tanto quería, lo único que me quedaba de
valor y que jamás encontraría. En las grandes ciudades, hay grandes manadas que
todo lo devoran, que todo lo rompen, que todo lo roban.
Una triste historia para mí y no para el resto de la humanidad;
porque a mí nadie me conocía porque era pobre, porque era insignificante,
porque era como un grano de arena en el desierto.
Por fin se ve mi desconocido nombre en los periódicos en la
sección de noticias. Y decía así:
Hoy se ha hallado el cuerpo de un hombre desconocido por falta
de documentación. Estaba SEMI DESNUDO y de una edad incalculable por falta de nutrición.
Fue llevado al depósito de cadáveres. Permanecerá allí durante 30 días y si
nadie lo reclama se enterrará en una fosa común municipal.
Nadie me conocía en esta contienda solamente me reclamaron los
impagos de la delegación de Hacienda.
JUMECO
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