Un sueño especificado
Una niña huerfanita miraba las estrellas con
ilusión, preguntándose: ¿Cuál de ellas serán mis padres? ¿De que forma lo podría
saber yo? Ella se hizo esa idea porque su abuelita cada vez que la preguntaba
donde estaban sus padres, siempre recibía la misma contestación: ¡Se fueron al
cielo a formar parte de la constelación! Por eso en las noches estrelladas aprovechando
la oscuridad, se iba a la orilla del río a las estrellas contemplar.
Dos lágrimas se desprendieron de sus bellos
ojos resbalando por sus mejillas cayeron al río y, la corriente se las llevó.
Entonces ocurrió lo inesperado; ¡las lágrimas
en el agua se encendieron mostrando un gran resplandor! En medio de aquella
gran luz descubrió dos sombras humanas, un hombre y una mujer, por su nombre la
llamaban y con los brazos abiertos la incitaban para abrazarla.
La niña se quedó absorta preguntándose:
¿Serán mis padres que con tantos deseos les he
llamado para poderles abrazar? pensó.
Sus pensamientos se hicieron palabras de
contestación, oyó la dulce voz de su madre que como un susurro la suplicó:
Hija somos tus padres que nunca hemos dejado
de cuidarte y quererte. Y si tú estás en la Tierra es porque debe de haber
siempre Ángeles del Señor. Recibe nuestro abrazo. Y dicho esto el resplandor desapareció llevándose
a sus padres junto a las estrellas, al hogar donde les destinó Dios. Fue como
un milagro. La niña por fin vio y abrazó a sus padres que tanto deseó
Desde entonces la huerfanita habla en sueños con
sus padres y desea cada día más reunirse con ellos en la constelación.
JUMECO
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