ELLA ME CAUTIVÓ.
Me llevaste de la mano
como a un niño pequeño.
Yo no quería entrar
en aquel lúgubre aposento.
Tenía el presentimiento
que los acontecimientos
que iban a suceder,
iban a ser más que besos.
Sentía la excitación
de su cuerpo con anhelos y deseos.
Comenzamos abrazándonos
con besos profundos con conocimiento;
Al cabo de unos minutos
se nos nubló la vista… por el deseo.
Así estuvimos largo rato,
sumando muchos minutos, enloqueciendo.
El placer inundó nuestros cuerpos,
dos cuerpos fundidos con tiros certeros.
Yo poco tuve que hacer por ser menor,
(“novato”) y sin experiencia
Ella experta en estas artes y mayor que yo,
hizo pecar a mi conciencia.
No todas las veces es el hombre
el que estrena zapatos.
Me dejé llevar por mi hombría
cayendo en la trampa como un gazapo.
JUMECO.
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