Abrí los
brazos para esperarla.
Contemplé
los ojos de su mirada.
Abracé su
cuerpo que deseaba.
Besé sus
labios con ilusión.
Cuando
todo esto terminó
desperté
sólo en mi cama,
con el
pijama mas que sudado,
con
angustia y con ardor.
Anduve
largo rato por la casa,
pronuncié frases
incoherentes,
maldije,
mi mala suerte y,
en mí, la
estupidez embargó.
No sabía
nada de tu vida,
no me
atreví a preguntarte,
no quise
ahondar para suplicarte,
no puedo
olvidar y pienso en ti.
Tu
desprecio fue mi ruina.
La ilusión
la arrojaste por la borda.
Mi cariño
lo cambiaste por odio
y ahora no sé que hacer sin ella.
Sigo
esperando que llegue
la
felicidad a mi corazón.
La
esperanza no se pierde
pero sin
ella, si, la razón.
Así son
los sueños
que
parecen de verdad,
Con deseos
de que un día
los sueños
se hagan realidad.
JUMECO
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