Pasaban las horas lentamente
aún faltaba para amanecer,
no se veían vestigios de aurora
con paciencia esperaba el acontecer.
De pronto suena el teléfono.
A esta hora ¿quién puede ser?
Una voz con eco, en la lejanía
me anuncia , “el no sé qué”
No entiendo bien lo que dice…
pongo toda mi atención a la frágil voz.
Pasan unos minutos en la incógnita
al fin comprendo la llamada y la razón.
La voz es de ultratumba
que me reclama con pasión,
ha llegado la hora y el momento
del alma y el cuerpo su separación.
Espera verdugo espera
espera que sea juzgado
por el juez conciliador,
que sea un juicio justo
y que merezca el perdón.
Así pensamos los pecadores
a los que nos tienen que juzgar
esperamos la benevolencia
de no volver a pecar.
El averno está cerca
donde purgar nuestros pecados
La
gloria ¿Dónde estará?
Solamente los limpios de corazón
ellos sólo la lograrán.
JUMECO
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