Corrían los años cuarenta
posguerra, años de hambre
de una guerra improcedente
de una nación descontrolada.
Los ideales políticos
llenaron de sangre el país,
muertes injustas de inocentes
luto para redimir.
Familias mermadas,
hijos huérfanos sin culpa,
venganzas en lo pueblos
odios entre hermanos.
¿Quién se libró
de aquella carnicería?
Ricos y pobres estaban
en el punto de mira.
Los de izquierda echaban
la culpa a los de la derecha,
y viceversa.
Los muertos no entendieron
a los idealistas
Pasaron años mintiéndonos
el bien de ganar una guerra.
El país se moría de hambre,
mientras otros
se vestían de laureles.
Han pasado 6 décadas
y la carne herida no olvida.
Llegó la democracia
y ella nos trajo la ruina.
La crisis oprime al pueblo,
los mandatarios no lo ignoran,
los políticos, esa minoría
no tiene hambre, ellos no lo notan.
La nación sufre un alza
de precios, y el Gobierno
para superar la crisis
se suben los sueldos.
¿Dónde está la juventud
española que no quiere
trabajar mientras sigan
cobrando el paro?
Al inmigrante no le
falta trabajo.
Se beneficia el patrón
y les paga un mísero sueldo.
¿De qué nos vale que al
productor de alimentos
se los paguen a bajo precio
si cuando llegan al consumidor
no puede comprar por falta de €?
¿Para eso votamos por una democracia?
Qué bien viven
los políticos a cambio del
sacrificio del pueblo.
Moraleja:
Ayuntamientos y Hacienda
los ladrones autorizados
de esta bendita tierra.
ESTO NO TIENE ENMIENDA
EN TODA LA TIERRA.
JUMECO
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