Había un ruiseñor que cantaba
compitiendo con el canto de un jilguero,
los cantos eran tan bellos
que impidieron el tronar y el aguacero.
¿Por qué compites conmigo
cuando yo tengo fama de maestro?
¡mi bello canto de ruiseñor
lo conoce el mundo entero!.
A lo que el jilguero contestó
con su inigualable trinar.
Si te consideras un maestro
y crees que todo sabes del saber,
¿Por qué no imitas mi variado canto?
¡Pues yo no dejo de aprender!
El que
presume de maestro
presume también de su ignorancia
que siempre le faltará saber
aunque nade en la abundancia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario