Como el palo teme al fuego
y al escorpión por su veneno,
miedo me da el dolor humano
que es lo que yo más venero.
Mendigando yo me fui
buscando la salvación de mi alma,
a muchas gentes le ofrecí
la resignación a la calma.
Prosigo con mi andadura
triste y sólo en la penumbra,
conozco a gentes extrañas
de tanto malo como abunda.
Guijarros hieren mis pies
como caballo sin herradura,
mi perdición la culpa la tuvo,
tu cuerpo y tu hermosura.
Algún día – aunque tarde-llegaré
en donde se junta el cielo y el mar,
y allí seguro encontraré,
para mi alma la paz.
Y si ahí no la encuentro
lloraré con gran dolor,
y la seguiré buscando
con otro gran amor.
Este será el fin de mi vida
este será el fin de mi carrera
que si Dios no quiso que fuese feliz
fue porque solo encontré barreras.
Un gran amor puede
hacerte enormemente feliz,
y ese gran amor también puede
quitarte las ganas de vivir.
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