domingo, 20 de enero de 2013

EL ANCIANO Y LA MUERTE

                             
                         EL ANCIANO Y LA MUERTE
                                            REGISTRADA

Como anciano que soy
no me considero viejo,
mi alma se refleja
en el espejo de mi juventud.

No por ello auguro
mi futuro que será
concienzudo, al compás
de mi proceder.

Volverá la juventud
a sentir en mi alma,
como bienaventuranza
a mi bienestar.

Recorreré los caminos
antepasados, con mi zurrón
y mi cayado, hasta que
mi cuerpo extenuado
no se pueda levantar.

Entonces y sólo entonces,
pensaré en la muerte
y que me sea indolente
tan esperada ya.

Todopoderoso, escucha
mis ruegos, que me
sirvan de consuelo
para la eternidad.

                                                                                        JUMECO


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