LA VIUDA

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Termina la noche

y llega la aurora

velando la muerte

sintiéndome sola.

¡Que dulces recuerdos

llegan a mi mente!,

¡Que felices éramos

antes de llegar su muerte!.

Los hijos te acompañan

en la enfermedad y en el entierro,

pero al morir el marido

la viuda no encuentra consuelo.

Todos se van con sus nuevas familias

y sus hijos hermosos

y la viuda se queda sola

entre lágrimas y sollozos.

La vida da estos “palos”

que no se pueden evitar,

pero a la mujer que la toca

ésta, no deja de llorar.

Se arrepiente de muchas cosas

que con su marido no pudo hacer,

pero en llegando los hijos

había que buscar el pan para comer.

Ahora en medio de esta tristeza

y sin esperanza de mejorar,

pediremos al Señor “no” más penas

y cuando Él nos llame

que sea con conocimiento

y para siempre nos ame.

Esta es la única forma

de juntarnos en cuerpo y alma

al marido que tanto quise

y que en mí llegue la calma.

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                            JUMECO