El nido de la cigüeña

                            EL NIDO DE LA CIGÜEÑA

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Estando en la plaza del pueblo sentado en un banco contemplando las cigüeñas; imaginé dentro de mi fantasía- mas bien dormidera-, ¿Qué sería del hombre si tuviese que vivir dentro de un nido en lo alto de la torre?

Las discusiones de la pareja serían mínimas. No habría suficiente sitio para huir de los conatos de mal trato, tan existente hoy día, sin entrar en la polémica del hombre o de la mujer.

El marido no se podría escaquear de proveer el alimento necesario para su familia. Ni la esposa no se tendría que preocupar de buscar nuevos vestidos de moda. Compartirían el nido los dos por igual criando y cuidando la prole que naciese de tal unión como lo hace la mayor parte del mundo animal.

La limpieza del nido se haría a partes iguales con su consorte, sin miedo a sacudir la bayeta del polvo y que protestase la vecina de abajo. No existiría el miedo al recibo de luz por dejar las luces encendidas, ni del agua, ni el impuesto de la basura, ni el impuesto de circulación, ni el recibo del I B I, ni a las multas por los impagos. Pero sobre todo no tendríamos que pagar a Hacienda. En fin todos los gastos burocráticos que conlleva la vida de hoy.

Al fin llegó un agente municipal invitándome a que me levantase del banco para que se sentasen otras personas por tener los bancos un tiempo limitado según constaba en la última normativa aprobada por el Ayuntamiento.

Así que me tuve que levantar y ponerme a pasear siempre con el recelo que también me cobrasen por pisar el suelo que pertenecía al Municipio.

                                                                                              JUMECO