lunes, 25 de octubre de 2010

Al que debo mi ser

                       

             
                       

              AL QUE DEBO MI SER
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Con pereza, sin esperanza, sin ilusión.
Subí  al monte donde busqué el amor.
Necesitados encontré a mi paso que fueron
a buscar igual que yo, su ilusión.

Amapolas verdes, aún sin abrir,
con sus capullos a punto de expandirse,
me dijeron que el tiempo no era propicio,
ni lugar, para enamoramientos.

No obstante a sus presagios
opté por probar suerte en la pasión.
Mis ideas refulgentes florecieron
con mas ardor por lo desconocido.

Con paciencia pasaron los días
mi alma en medio de su contrición,
fue comprendiendo que el verdadero amor
estaba allí con mi arrepentimiento.

Al séptimo día empecé a ver mas claro
que aquel lugar en silencio de soledad,
era el fruto de mi penitencia
por mis múltiples pecados.

Bajé del monte de penitentes
arrepentido, no sé si perdonado,
y me encontré libre, con el alma
transparente como la luz del sol.

Quisiera recordar hasta mi muerte,
los siete días que mi alma se abrió,
ante la adversidad de los males
que tiene la vida y su depuración.

Hoy con los ojos puestos en el cielo
imploro al Señor, todopoderoso,
para no volver a pecar, ni ofender,
al que debo mi ser.

                   JUMECO  

1 comentario:

  1. Si os fijais mis queridos lectores, pocas veces nombro ni a Dios, ni Alá, ni a Gehová. Eso cada uno que crea en lo que quiera y en quien quiera. Yo soy de los que digo que la mejor crencia es la conciencia y, que si se tiene "libre de pecado" vivirás tranquilo y dormirás mejor.

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